Venus en la Eneida
- Kevin Garcia
- 18 abr 2021
- 1 Min. de lectura
Los rayos de luz que se han postrado en tu rostro en esta tarde maravillosa es el legítimo deseo divino de cualquier mortal para obtener el fruto puro del primer jardín del padre eterno, tus dedos señalan la luz divina que atormenta a muchos fieles servidores terrenales, que con locura buscan como saciar sus almas perdidas con las recompensas mediocres que ofrece la vida pagana.
Tu amor maternal es tan sincero y justo ya que nos enamoras con tus ojos penetrantes sobre tus hijos necesitados de amor propio, ya que en tus senos descubiertos nos ha amamantado todo el tiempo con la fuerza necesaria para poder soportar las torturas de las falsas diosas que dicen conocer el verdadero amor.
La Eneida de muchos pueden ser la Eneida de casi nadie, porque solo los buenos conocedores sabemos del intelecto que nos ofrecen los dioses lo cual el dolor no es sinónimo de crueldad y odio, si no la mayor sabiduría para seleccionar con mayor seguridad a la reina que nos acompañara a conquistar este versátil mundo de errores creado por el hombre.
Gracia a tus bendiciones. Oh Diosa mía! el mayor fruto que se consume conmigo mismo en este momento es el camino que me has señalado en esta tarde donde me sacaste de mi profundo vacío por no prestar la debida atención al tenerte a mí alrededor.

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